Penelope ya no espera ningún tren, Julieta no sale al balcón para escuchar sonetos de enamorados furtivos. El universo ha quedado encerrado en una burbuja polarizada, en un tiempo que no sabe de recuerdos, una sonrisa que no nace en el rostro de la vida, un nombre sin referente, un sitio en el recuerdo enterrado en un tempano de la mente.
Ya no divierte volver al pasado ni al futuro figurado, ya no se podría respirar con la atmósfera tan desdibujada, tan cargada de deseos errados y reflejos distorsionados. Es hora ya, es tiempo de partir al destierro del olvido.
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