viernes, 8 de abril de 2011

Raquel

La espera entre sombras desespera a Raquel, las horas pasaron y la noche la encontró allí, en medio del frió que se precipita en el otoño, a medida que se desnuda la ciudad y se despoja de las pieles verdes y vivas, tornándolo todo en melancolía, encerrando las libertades de las ideas.
Tantea los bolsillos de su cartera, encuentra la caja metálica que contiene sus cigarrillos finos. Toma uno, lo coloca cuidadosamente en su boca decorada de manera exagerada por un rouge color rojo carmesí, enciende el cigarrillo y el humo comienza a danzar con su seductora forma arabesca, contaminando el aire y opacando la luz de una solitaria vela. Mira en el silencio, con sus ojos recorre el espacio muy lentamente, mientras sus pensamientos paradójicos comienzan a enredarse entre ellos, dejándola a merced del misterio, del peligro de las notas de un piano que genera un tango desgarrador, una melodía de whisky e indiferencia, de amor y engaño.
La soledad ha empapado sus ropas grises, ha ahogado sus flores, a asesinado la belleza del Abril y de Raquel, quien allí está inerte, desprotegida de sí misma. En su ausente ser no hay lugar para palabras, no hay teorías ni libros, no hay colores ni lunas. En Raquel no hay mas que la muerte en vida de un sueño de ojos abiertos.

No hay comentarios: