La celebración de la imaginación

Te llame y no estabas, te busque en mi cuaderno y no estabas, te encontré en las fotos viejas, pero aun así, no estabas. Ni vos ni tu sombra, ni vos ni el pasado, ni la idea de tu idea.

Y que mas que el final, que menos que las llamas destructoras y hambrientas consumiéndome.

Se termina la noche y se prenden las luces del sol. Se termina este cuento y no vuelve... se que no vuelve.

Recién ahora, en pleno amanecer me doy cuenta que aun no tengo la cura y vos que no paras de llorar, y yo, que ya no sueño...y vos no dejas de llorar y a mi aun no me llega la suerte de soñar. ¡PARA DE LLORAR Y DÉJAME SOÑAR! Oh! que fatalista! la muerte me canta al oído, me invita a bailar, a saltar a su pozo. Pero como saltar? si vos no estas.

Solo pienso que esto apesta, porque atesta de sentimientos sin-sentido, pero escribo porque es la única manera que mi mente encuentra para entenderte sin suspiros, ni puteadas.

Es mi ebriedad, es el alcohol hediondo el culpable de que te invoque sin conocerte, que te escriba sin que existas, porque es mi asquerosa soledad la que me obliga a imaginar algún ideal, porque ya ni el extraño me inspira, porque ni el eterno es tan eterno, porque las mentiras me hartaron, porque tu novia me mira, porque tu gato maúlla, porque tu planta me aburre, porque mi idea no existe.

Si es que lees y te sentís identificado, entonces te pido que me llames a mi teléfono. Te ruego que aparezcas en las fotos y que tu nombre se dibuje en mi cuaderno, pues es la única manera que voy a tener para hacer valer mi cordura. Porque si te escribo sin que existas y resulta ser que lo lees, significa que estas en algún lugar y que mi soledad puede ser una blasfemia a mi locura, y mi estado etílico una escusa para escribirte.