domingo, 29 de junio de 2014

Queda nuestro cielo

A veces el mundo se te cae encima, te aplasta, te deja sin aire y con ruido. Todo parece derretirse, no hay suelo, no hay brújula que te ubique, no tenes idea si estas parado o tirado, dudas hasta de si estas con vida. Te duele el pecho, te pesa el alma, no ves mañana. Es en ese momento donde alguien te agarra, sentis manos que te empujan, que hacen  la fuerza que vos no podes, ponen el silencio justo, la palabras justa, el abrazo justo y necesario. Te atan los cachos rotos y le ponen alas a tu alma, así no pesa tanto. El dolor sigue, pero sabes que tenes a un batallón de hadas y duendes arreglándote, agarrando tus pedazos para que te mejores y sigas.
Los que no están, ya no importa, tenes tus ángeles terrenales, los amigos que te curan, que hacen magía para sacarte una sonrisa, que te secan el río de lagrimas que fuiste creando, que tiran el salvavidas a tiempo para que no toques fondo y te ahogues. Y es por ellos por los que tenes que poner tus pocas fuerzas, para que el día a día deje de ser gris.

Mi vecino-

Probablemente nadie entiende porque te escribo acá, ni porque lloro, ni porque te sueño. Nadie puede medir el cariño, ni tiene el derecho de decir hasta donde se puede sufrir por alguien. Sé que todo lo que escriba acá va a ser cursileria, comentario de lo bajo, sin entendimiento. Tambien sé que llegué tarde, que lo que puedo escribir, no lo dije, pero tuve mis manera de demostrarte lo que te quería, me consuelo diciéndome que fuimos nuestro buen tiempo, que escuche más allá de lo que me dijiste y que me abrazaste más fuerte de lo que sentí.
No voy a entender nada de lo que pasó aquel día, pero entiendo tus motivos. Me quedo con nuestras noches de verano, con nuestro café, con los discos de Blink, con tu batería sonando todas las tardes, con tus intentos de convencerme de tatuarme, con los besos en la cocina, con el ultimo beso en la esquina de mi casa.... Me quedo con vos, con el recuerdo más autentico y sin dolor. Con el estúpido consuelo de saber que lo intenté, que te escuché, que te quiero de la manera más linda que se puede querer.
Y, te lloro, porque me mataste, porque me duele el corazón, porque cada mañana me refugio en el recuerdo de alguna de nuestras charlas, de los besos, de las caricias, de la cueva, de la ultima noche. Y te sueño, y te extraño.
Gracias por haberme hecho volver a ser una adolescente. Gracias por haberme insistido en pasar a tu casa, agarrarme de la mano y mirar las estrellas.
Ahora ya no hay mas pesadillas. Solo saber que voy a volver al pueblo y no vas a estar.

A Juan, El Bote, mi Vecino.

jueves, 5 de junio de 2014

Sea libre III

Sandra fue a un parque y dejó un libro libre.
Jimena fue al cine y dejó su bufanda, en la butaca, al partir.
Pedro le regaló Juan, la figurita que tenia repetida, para que pueda completar su álbum.
Entonces, ¿Porqué usted, Aleja, no puede dejar volar esa pila horrible de pensamientos que no significan nada bueno?

Sea libre II

Una taza de café, tres cucharadas de azúcar, un poco de música y déjelo hablar.

Sea libre

Y recuerde: usted es humano y se puede enamorar.

Volver a volar

Si usted siente que no puede hablar, ni pensar, ni escribir; no se asuste, solo salga a la calle y grite. Seguramente esté en medio de un proceso de duelo o crisis. Le recomiendo, mi amigo, que vaya caminando por el mundo, arrastrando su pena y permítase dejar pequeños charquitos de lagrimas, si es que desea llorar. Llore todo lo que pueda, inunde las hojas de su cuaderno con lagrimas, empape el hombro del amigo que lo abraza, el pañuelo que le presta el desconocido en la parada del ómnibus, llene de lagrimas y mocos los puños de sus piyamas, que la lagrima marque el camino que la deje caer libre donde quiera.
Cuidado! no cometa el error, no escuche a toda la gente, nadie podrá decirle las palabras atinadas (si es que las hay), pero mas de un cavernícola le dirá cosas para enterrarlo más profundo, para que calen a fondo en la carne y usted se desangre. Hágame caso, ponga su cabeza en MUTE y que el ruido no lo mareé.
Si usted desea encerrarse en su casa, tenga cuidado, el techo suele aplastar la mente y las paredes pueden hacerlo sentir como si estuviese en una tumba. Permítase quedarse tendido en la cama, pero arrastre su cuerpo por alguna calle, la cama librera pero también nos condena.
Si usted es un alma en pena, déjese ser en su pena y así todo irá aliviando, pero recuerde: solo se alivia si se quiere volar nuevamente, y para querer volar, tiene que parar al menos por un momento para mirar bien lo que se deja atrás.

Domingo de tristeza

El torbellino de palabras me deja siempre mirando es espacio vacío de la hoja. Hace doce días que en cada rato de silencio me refugio en algún recuerdo que guardo, donde repito diálogos que ya se me hacen borrosos, siento caricias, dedos dibujandome, besos, risas, música; otras veces ya no siento nada.
Ya no puedo seguir llorando, incluso descubrí como mentirme para olvidarme el dolor de tu ultimo mensaje. Arme la historia que más comoda me queda para entender una secuencia que ya hasta me olvidé, y todo es tan insulso, pero sigo. Tuve que aprender a escuchar, a no escuchar, a poner cara de nada, a no poner la cara, a esconder la cara para llorar.
Entonces es esto, un vomito de palabras enredadas tratando de hablar algo pero sostener la clandestinidad de lo que fuimos, porque era la aventura que alimentaba el pícaro guiño, los juego que jugabamos en noches de verano y tiempo después también.
Ahora me quedan las preguntas y tener la fuerza para enfrentar un paisaje desnudo de encuentros a escondidas, de tardes en la vereda. Ahora me queda la tarea de ir a tu nueva cueva y llevarte mi regalo, despedirme de lo que no se que fue pero que se fue.
Nunca voy a entender el frío de la muerte, ni voy a terminar este rompecabezas que me dejaste. Tampoco creo escribirte muy seguido, quiero que esto sea un secreto entre nosotros, por eso prefiero que vengas a visitarme en los sueños, aunque despues no sepa donde encontrarte.