lunes, 28 de mayo de 2012

Realidades

Todo fue tan destructivo que la burbuja de cristal quedó hecha añicos en mis manos. Entre la neblina salí caminando por las veredas donde antes había derramado magia el otoño, hoy solo quedan cuerpos putrefactos y asquerosos charcos donde se bañan las ratas. El clima post-catástrofe atestaba de olor a podrido la piel en la que habían habitados dulces perfumes y los ojos de almendra mutaron a ojos de sapo.
No hay seres, no hay puertas abiertas, entre-abiertas, cerradas; no existe el cielo, ni los sonidos. No hay una idea... ya no hay nada... nunca hubo nada donde nadie ha habitado.

No hay comentarios: