Ninguno de los ángulos de su agraciado rostro se parecían a mis relatos ni a los borrosos recuerdos que guardaba en los papeles y en mis cabeza, era más bello, más perfecto, más amado, más asombroso. Sus ojos eran tan brillantes como el sol, su piel era mas blanca que la nieve y mi amor era mas grande que el mundo.
Corrí a su encuentro, me estrelle en su cuerpo de nube y mis lágrimas mojaron la almohada. Desperté llorando y desencajada del mundo. Mi inconsciente me ha jugada una mala pasada. El no ha regresado y yo aun lo espero sin calma.
1 comentario:
hay que saber esperar y tener cuidad con algunos sueños
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