viernes, 2 de octubre de 2009

En algún lugar

" ¿ me regalas un beso? ", le pidió picaramente Juan Cruz, mientras brotaba una dulce mirada que iluminaba cada rasgo de su cara y sus labios esperaban tan tentadores la respuesta de Noemi, quien parada en frente de el, sonreía y miraba timidamente, jugando con el histériqueo y el deseo, mientras miles de ideas corrían en una especie de catarata mental y sentía miles de millones de hormigas en el cuerpo.
" Estas totalmente loca, no me mires así, no soporto no saber que estas pensando en este mismo momento, porque tanta sonrisas... ¿donde estuviste antes?", Juan Cruz no la entendía, no sabia nada de ella, pero solo con tenerla entre sus brazos le era suficiente. Para las calles eran desconocidos que caminaban de la mano y jugaban a novios, que cada tanto se detenían para besarse y luego romper en risas, abrazarse, mirarse y llenar los agujeros que alguien les ha dejado, pero ya no importa porque al menos por esa noche estaban juntos.
Noemi no es de esas mujeres que hablan mucho, ella solo mira, observa, sonríe y piensa con una expresión muy única en su cara, es de esas que podes amar por el simple delirio de enloquecerte con ideas que ni siquiera manifiesta. Es algo muy loco lo que puede producir, y mas si la conoces en medio de un mar de notas y con ese peinado alocado que suele tener, pasando a tu lado y dejando penetrado en tu cerebro ese perfume francés que lleva en su cuello. Sin duda alguna, el pobre Juan Cruz es una víctima de esta clase de sensualidad no-sensual, de unos labios rojos que con el sol se irán sin dejar rastros, llevándose con ella un poco de su materia gris, haciendo que el tiempo libre sea utilizado para salir a vagabundear, para intentar de alguna manera encontrarla por ahí y ver si una vez mas puede robarle un beso, tocar sus manos y nadar en ilusiones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que loco... Noemi se asemeja MUCHISIMO a alguien que conozco.