Amo el Otoño, amo sus colores, sus días llenos de melancolía, que el viento juegue con mi pelo, haciendo que los rulos vuelen libremente, chocandose entre ellos. Y cada tanto me sorprenda con un soplido, en alguna vereda con toda su fuerza, sacandome de mis pasos lentos, dandome el el impulso para llegar mas allá, para dar un paso que me deje mas cerca. Mientras el susurro de una voz de otoño me relata los recuerdos que hacen eco en el día, haciendo que mis labios sientan una o otra vez el suave, tierno e inocente primer beso que regale una tarde de Abril en una vereda nevada de dorado.
Sobremesas de café, tardes de ventana, noches de desvelo, madrugadas de amor. Caminar pensando en quien sabe que, con la punta de la nariz fría y con el infaltable sabor a chocolate blanco. Épocas de melancolía que vuelve cada año.
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