Camino desnuda, silenciosa, hasta la cocina y envuelta en preguntas me dispongo a preparar un té de vainilla. Miro el fuego y un pensamiento me apuñala, y me pierdo en el vapor que sale de la pava que había puesto en la hornalla. Reconstruyo una y otra vez situaciones ideales, juego a retroceder el tiempo, a hacer hipótesis de "que hubiese pasado si" y siento como mi corazón se acelera y sueño, vuelo. Una mano rodea mi cintura y siento la tibia piel de Daniel envolverme. Su boca en mi cuello y mis ojos en algún remoto recuerdo. Su respiración me recuerda mi rol de amante y vuelvo al mundo real, tirando a la nada mis supuestos ideales. Le sonrio, intento no volver a mis pensamientos y lo beso con fuerza, intentando aferrarme a algo. Le pregunto como durmió y le ofrezco un té. No me contesta, me abraza con más fuerza y me besa con ardor, con una pasión descartable, pero que quema.
Probablemente a él poco le importe en que pienso o que siento, solo le gusta nuestro sexo y es algo valido para ambos, cojemos para no estar solos y sin demostrarnos mucho, para no enredarnos en cosas absurdas. Gemidos, orgasmos, risas y silencio una vez más. Nos tiramos en el sillón y en la intima desnudes, lleva su mano a mi rostro, corre mis rebeldes y alborotados rulos, me mira fijamente y logro verme en el reflejo de sus ojos, desnuda y sola. Vuelvo a hundirme en el recuerdo de alguna noche atrás, antes de irme sin mi.
1 comentario:
...El pobre es victima de mi intento de olvido ...
May un escrito que practica el sincericidio.
Excelente como de costumbre!
Saludos
Pablo Terrible
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