martes, 27 de abril de 2010

Amanecer

Jugando en la oscuridad, logre verlo. Allí estaba, parado en medio de la habitación, observando mis lentos movimientos, admirando el silencio mismo de los cuerpos de madrugada, que buscan cubrirse de deseo, que intentan ahogar sus ideas.
Pude ver sus ojos, pude leerlos y distinguir la manera en que dibujaba mi silueta en mareas de negro espacio, al cual nuestra vista se había adaptado. En movimientos calculados me atrapo, me sujeto a él, a su cálido torso y juntos nos fuimos a pasear por placeres terrenales, abrigados por pieles, sumergiendonos en nuestra profunda sed de olvido; inventandonos y reinventandonos en la extensa noche, en la inmoralidad de las sabanas.

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