jueves, 5 de junio de 2014

Volver a volar

Si usted siente que no puede hablar, ni pensar, ni escribir; no se asuste, solo salga a la calle y grite. Seguramente esté en medio de un proceso de duelo o crisis. Le recomiendo, mi amigo, que vaya caminando por el mundo, arrastrando su pena y permítase dejar pequeños charquitos de lagrimas, si es que desea llorar. Llore todo lo que pueda, inunde las hojas de su cuaderno con lagrimas, empape el hombro del amigo que lo abraza, el pañuelo que le presta el desconocido en la parada del ómnibus, llene de lagrimas y mocos los puños de sus piyamas, que la lagrima marque el camino que la deje caer libre donde quiera.
Cuidado! no cometa el error, no escuche a toda la gente, nadie podrá decirle las palabras atinadas (si es que las hay), pero mas de un cavernícola le dirá cosas para enterrarlo más profundo, para que calen a fondo en la carne y usted se desangre. Hágame caso, ponga su cabeza en MUTE y que el ruido no lo mareé.
Si usted desea encerrarse en su casa, tenga cuidado, el techo suele aplastar la mente y las paredes pueden hacerlo sentir como si estuviese en una tumba. Permítase quedarse tendido en la cama, pero arrastre su cuerpo por alguna calle, la cama librera pero también nos condena.
Si usted es un alma en pena, déjese ser en su pena y así todo irá aliviando, pero recuerde: solo se alivia si se quiere volar nuevamente, y para querer volar, tiene que parar al menos por un momento para mirar bien lo que se deja atrás.