jueves, 5 de junio de 2014

Domingo de tristeza

El torbellino de palabras me deja siempre mirando es espacio vacío de la hoja. Hace doce días que en cada rato de silencio me refugio en algún recuerdo que guardo, donde repito diálogos que ya se me hacen borrosos, siento caricias, dedos dibujandome, besos, risas, música; otras veces ya no siento nada.
Ya no puedo seguir llorando, incluso descubrí como mentirme para olvidarme el dolor de tu ultimo mensaje. Arme la historia que más comoda me queda para entender una secuencia que ya hasta me olvidé, y todo es tan insulso, pero sigo. Tuve que aprender a escuchar, a no escuchar, a poner cara de nada, a no poner la cara, a esconder la cara para llorar.
Entonces es esto, un vomito de palabras enredadas tratando de hablar algo pero sostener la clandestinidad de lo que fuimos, porque era la aventura que alimentaba el pícaro guiño, los juego que jugabamos en noches de verano y tiempo después también.
Ahora me quedan las preguntas y tener la fuerza para enfrentar un paisaje desnudo de encuentros a escondidas, de tardes en la vereda. Ahora me queda la tarea de ir a tu nueva cueva y llevarte mi regalo, despedirme de lo que no se que fue pero que se fue.
Nunca voy a entender el frío de la muerte, ni voy a terminar este rompecabezas que me dejaste. Tampoco creo escribirte muy seguido, quiero que esto sea un secreto entre nosotros, por eso prefiero que vengas a visitarme en los sueños, aunque despues no sepa donde encontrarte.

No hay comentarios: