Su cuerpo flota en la bañera, limpiando las culpas de un vientre vaciado y un derecho que se ejerce solo en la clandestinidad, en un solitario cuarto blanco con caras que jamas volverá a ver. Nadie lo sabe, nadie la podría entender. Los ojos la juzgan, a pesar que su secreto está bajo candado, ella sabe que sus dedos la apuntaran hasta el día de su muerte. Mujer que rompió con un mandato patriarcal, cuerpo frágil y propiedad ajena, que se libero de su condición esclava, derechos robados por seres imaginarios.
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