Las noches de invierno siempre inspiran una necesidad de no saber que, pero necesidad en fín. La cama siempre se vuelve el lugar favorito para hacer la revolución, y la taza de té siempre se enfría por el descuido e irse con algún transeunte que pasó por la ventana. En invierno llega y nos encuentra siempre desnudos, nos atrapa en recovecos donde encontramos pequeñas historias con pequeños seres, nos quedamos con las manos en los bolsillos y las bocas besando bufandas. Yo no sé si es l invierno o es el tiempo, pero la paz de esta ola polar no duele en la piel y alimenta mi alma.
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