miércoles, 17 de julio de 2013

Ultima estación

Cielos celestes inmensos, devoradores, rugientes
almas en pena que susurran en el viento helado de la soledad
arboles desnudos que afrontan la escarcha de madrugadas desoladas.
¿De que sirve jurar amor eterno en un pueblo donde el tren no va a volver a pasar?
Si no vamos a volver, ya no vamos a sentir vibrar el suelo
ni vamos a jugar a contar los vagones en la caída de cada sol.
Entonces nos come el tiempo en silencio,
los espacios desiertos del ultimo parque al que fuimos a jugar a las escondidas
y nuestras vidas ya no están, son polvo, son barro seco y resquebrajado.
El camino de tierra desandado ya no guarda las aventuras de aquellos veranos
el jazmín de mi ventana se murió con mi partida
nadie encuentra el planeta donde soliamos habitar.
Entonces ya no vamos a viajar, ni vamos a hablar
una extraña que ya no puede conquistar las tierras de su infancia
camina por las calles de la memoria gastada y vencida.
La extranjera con aires de perdida ya se va
con la mochila cargada de fotos viejas y reclamos histéricos.
Se va, con el ultimo tren del ultimo amanecer del medio de la nada.

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