jueves, 26 de abril de 2012

Absurda

Días más tardes Fiorela encontró un papel en su agenda, en él las diminutas letras que le devolvían el frío a las tardes de otoño y el sabor a la taza de café. Sabia que todo tenia un sentido y que nada tenia una razón. Probablemente sus ideas volvieron a sentir miedos y las estrechas puertas de su mente comenzaban a cerrar ciertos detalles de algunos recuerdos que no eran tan reales.
Mientras amontonaba sus miradas en un rincón, oía un maullido del balcón de enfrente que la llenaban de ganas de tener un gatito, pero solo por un rato. Nunca le gustaron tanto los gatos a Fiorela, era más de amigos imaginarios y nubes con formas. En la radio sonaba una canción alegre que la trasladaba a una plaza en París o tal vez no era una plaza sino una calle de tierra en el medio del campo, o solo algún cuadro de alguna galeria. Era una soñadora y de eso no había duda alguna, el mundo lo sabia y ella no sabia nada del mundo.
El teléfono sonó por largo rato, ella seguía abstraída con el papel en la mano y pensando en la canción. El sonido chillón del timbre se extendió por un largo rato, hasta que quien llamaba desistió y decidió colgar. La muchacha volvió a guardar el papel en la agenda, ponerse la bufanda y salir al balcón a fumar el ultimo cigarro que le quedaba. El teléfono sonó nuevamente, atiende, sonrie y sale corriendo a la calle.

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