martes, 27 de septiembre de 2011

De-muerte de-mente

Madrugadas silenciosas, escenario predilecto de los fantasmas que desfilan en reflejos de los cristales, en los aromas hediondos e invasivos de cementerios, que emanan las flores de la mesa de luz. Sordos ruidos que rompen con el reflejo de la luna, corrompiendo con la virginidad del cielo despejado, erizando el pelaje del gato negro que juega en los bordes filosos de la noche. Baños de sangre de las bodas de oro, que en rios de tinta ponen a flotar exquisitos cadáveres de la dialéctica, tristes victimas de los juegos inmortales de unos amantes suicidas, de un perverso juego de balas de plata y mazanas podridas.

1 comentario:

Mariano dijo...

Un pequeño infierno del Danta. A centímetros del velador y el cajón de la mesita de luz.

Tremendo texto.