martes, 7 de diciembre de 2010

Luces

Cuando era niña me encantaba atrapar luciérnagas en las noches de verano, las encerraba en mis manitos, las espiaba y me desilusionaba tanto cuando su luz se apagaba, entonces la dejaba libre y corría a atrapar otra y otra, y así veinte-mil veces hasta que mi madre me hacia entrar a la casa.
Con el tiempo uno pierde la magia, esa la ilusión, olvida a su pricipito, se vuelve como esas luciérnagas que atrapaba de chica; nuestra luz se apaga a medida que perdemos la libertad, los sueños, la sonrisa inocente, el sabor dulce de lo sencillo, no podemos oír ni el sonido a millones de cascabeles de las estrellas.
Con los años nos vamos aferrando a cosas totalmente vacías, a figuraciones, a mentiras de cristal y palabras vomitivas.
Y crecemos...y mentimos... nos desilusionamos...
y desilusionamos...
Y le quitamos la luz a las estrellas, a las sonrisas y a la vida.
Y morimos lamentándonos de lo que no disfrutamos, por querer atrapar las luces y apropiarnos de la magia del momento.
Egoístas y tontos!
Eso es lo que somos.

No hay comentarios: