martes, 5 de octubre de 2010

El vuelo de las moscas

La acídes se derrama de las palabras, oscurece cualquier tipo de encanto oculto y la mirada cambia en tenues tonos de mar calmo, a tormentos mentales pasajeros. La frase lentamente tortura la mente del oyente, perturba cada mínimo pensamiento y acelera el corazón. Reacción inmediata de cerrar el puño y tensar lo músculos faciales, apretando la mandíbula, para contener la pujante respuesta violenta, que desgarra la garganta con gritos mudos, como miles de cuchillos filosos que quieren apuñalar al maldito que prendió fuego el mundo y apago la luz de su mente.
Disimula, baja su mirada y relaja un poco, para que su voz no se oiga quebrada, traga lentamente el nudo que lo bloqueo. Piensa un instante, busca en su interior la respuesta mas indica, mastica cada palabra; toma cada uno de ellas y las va bañando en el denso rio de la ironía.
¿Cual seria la mejor manera de contestar a la hipocresía? ¿¡como poder fulminar ese discurso de bolsillo, esas palabras sin decoro!? No va a entender la respuesta, no va a ver el tinte irónico, que como finas laminas de oro, brilla en cada una de las palabra, que lentamente, al salir de su boca, clavaran en la carne del mitomano, explotaran lentamente en sus oídos, no entenderá el chispeante choque de la mirada, no soportara la tortura de la indiferencia.
Y tu te iras, dejandolo ahi, fuera de cuadro, desangrandose internamente, esperando verte a sus pies, esperando verte como el se ve.

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