Había una vez, en un reino muy lejano, una pequeña ranita llamada Ruac, de color purpura y ojos estelares. Ella adoraba el estanque en el que vivía, en el habitaban los seres mas maravillosos del reino Maravilla. La música, el amor y la libertad eran moneda corriente en aquel lejano lugar.
Un día Ruac se poso al costado del estanque, y se observo,se miro detalladamente, recorrió su rostro con mucha finura. Pasado un rato Ruac se había fundido en un narcisismo tan profundo, que comenzó a sentirse princesa. Se sumergió en el estanque y se apropio de la libertad de todos, impuso sus ambiciones ante las necesidades del resto de sus compañeros. Todos los seres de Maravilla comenzaron a sentirse oprimidos, a ver como se coartaban sus derechos, a susurrar entre ellos, criticando la nueva postura de la rana.
Poco a poco, timidamente las voces fueron alzándose. Los grupos oprimidos se hartaron de los caprichos de Ruac. El ambiente se volvió caótico y las masas se movilizaron. Al final del día todos se peleaban con todos,todos deseaban la vuelta de la paz, pero luchaban de manera equivocada. Ruac fue cayendo en la verdad y el peso de sus actos, el arrepentimiento la remordía, había hecho de su paraíso un infierno en cuestión de horas. Intento reparar sus errores, pero era demasiado tarde, las masas se tiraron encima de ella y la expulsaron del estanque.
Toda una noche Ruac camino sin dirección. Lágrimas y lágrimas derramo la pobre rana, sentía que su mundo había terminado. De repente, en medio de su mar de penas, noto que no todo estaba perdido, y para cuando llego el amanecer estaba nuevamente cerca de su amado estanque, mirando desde la orilla. Esta vez su mirada logro ir mas allá de su reflejo. Observo en quietud como lo que amaba, a pesar del caos, allí seguía, vital.
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