jueves, 31 de julio de 2014

Quietud

Una pequeña gota cayó sobre su cabeza, en ese instante, María miró al cielo que comenzaba a caerse sobre ella. La tormenta de verano parecía anunciar el fin del mundo, agua fría bañanando el ardiente cuerpo del verano, gotas salvadoras que apagaban el infierno de la ciudad. María se refugiaba en un pequeño techo de una calle desolada, sabia que nada iba a pasar, solo debía esperar.

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