lunes, 13 de mayo de 2013

La dueña de la plaza

Los días la devuelven al mundo, la elevan a un cielo tibio y mareas de calma. Josefa sueña, baila, piensa, cree. La felicidad brota por sus grandes ojos soñadores, su rostro se viste de sonrisas multicolores que derriten los fríos témpanos de algún invierno guardado en su cartera. Siempre la veo pasar, soñadora de otoño y dueña de la plaza de mi barrio. Sus vestidos, siempre pulcros, y sus zapatos de muñeca, me invitan a pensarla como una Penelope enamorada de alguna sombra del pasado, con un corazón relleno de flores primaverales y otoños de atestan a caramelos de frutilla. La escucho cantar y siento lo que siente, imagino lo que piensa, intento escurrirme en su mundo unipersonal pero fallo. El misterio hecho mujer, con cabellos de viento y vida de sol, eso es Josefa, la historia no escrita que la susurra el silencio de sus labios.

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