Mi cabeza se ha vuelto una tierra infertil, en donde las semillas de las ideas ya no crecen. Mi almohada es un cementerio de lagrimas que atesta de sueños y gritos, mi cuerpo es un jardín que alguna vez tuvo noches, lunas, estrellas, flores; pero hoy esta cubierto de yuyos, moho y las hiedras venenosas que supieron ser caricias.
Ya no tengo la menor idea de quien soy, que quiero o si vivo. Los personajes se me mezclaron y terminaron todos muertos ante la atroz guerra que me declaraste con tus locas. Lo entregué todo a cambio de un par de mentiras, un poco de sexo y tu perfume en mi cuerpo. Si vamos al caso, la mejor parte se la llevaron las otras y vos... y las otras.
Ahora soy un fantasma, un algo que habita en rincones oscuros de alguna calles de la gran ciudad. Soy una mujer que perdió el sexto sentido... a decir verdad soy el cadáver de una mujer, porque ya no tengo sentidos. Pero a nadie le interesa, pues, el mundo va tan rápido que me pierdo entre la masa y me camuflo con el pintoresco paisaje del tango porteño y las almas en pena.
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