lunes, 7 de diciembre de 2009

No se sabe

Las noches de pies fríos y dolores de corazón quedaron atrás. Después de la reciente caída por las escaleras Helena solo piensa en ese dolor de espaldas y en sus rodillas raspadas. Como decía Freud en alguna de sus tantas conferencias, el poeta deja de lado el romanticismo cuando le empieza a dolor la muela.
Esto de ya no pensar en nada queda cómodo ante cualquier cabeza. Una vez entendido el juego, las palabras mudas que se gritaron en algún momento, resultan totalmente brillantes y puede endulzar cualquier clase de olvidos de sombras, a la hora de pensar en placeres de noches quemadas y éxtasis de besos.

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