Los papeles comenzaron a quemarse, los libros se volvieron hojas ardientes y las oraciones se destruyeron lentamente, dejando sueltas a las palabras que comenzaron a danzar en el aire, jugando entre ellas, creando declaraciones de todo tipo.
Sus cuerpos se fundieron, la materia se desintegro en miles de millones de partículas sueltas por el lugar, que el aire llevaba en una especie de montaña rusa, dejando la cálida y pequeña habitación a la deriva y haciendo del cielo un océano de alucinógeno y repleto de vida.
El universo les quedo chico, la luna era solo un juguete y las estrellas no brillaban mas que esa galaxia creada por células hijas de algún tipo de expolición de meteoritos.
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